Chesterton amateur

Los amateurs

El amateur es considerado un aficionado, alguien que hace las cosas en su tiempo libre, lo cual significa que no lo da todo y que, por lo tanto, la calidad es menor. Gilbert K. Chesterton escribió mucho sobre el tema y defendió fervientemente al amateur. Y explicaba, siempre que fuese necesario, que “amateur” significa “que ama lo que hace”, cosa que no puede decirse de muchos profesionales.

No soy un profesional.

Siempre he sentido que no tengo una profesión, que no pertenezco a ningún ramo en concreto, porque mi talento-en-lo-que-sea, y a lo que me dedico cuando me pagan, no tiene un nombre concreto.

Dicho de otra manera: aunque me paguen, no soy un profesional. Y esto ha ido siempre en favor de la calidad de mi trabajo. Confío en que no me malinterpretarás: está muy claro que también hay profesionales muy buenos, pese a ser profesionales.

Si vienes del siglo veinte, esto que te digo quizás te resultará chocante, confuso o difícil de entender. No te preocupes: retrocedamos al siglo diecinueve y ya saltaremos directamente al veintiuno.

Chesterton escribió la famosa frase:

“If a thing is worth doing, it is worth doing badly”,

que significa que, si una cosa vale la pena hacerse, vale la pensa hacerse mal. (El cabrón sabía llamar la atención). 

En el siglo veinte, esto escandalizó a mucha gente. En las calles y en las plazas, la muchedumbre murmuraba: “¡Gilbert se ha vuelto loco! Fíjate tú, ahora dice que tenemos que hacer las cosas mal”.

Nadie les explicaba: “No, amigos obtusos: lo que quiere decir Gilbert es que las cosas que valen la pena hacerse, valen la pena hacerse AUNQUE se hagan mal, PRECISAMENTE porque valen la pena hacerse”.

Superando el profesionalismo.

En este siglo nuestro, Paul Graham (conocido como el filósofo hacker) ha escrito que el profesionalismo está sobrevalorado. 

Que todo aquello fue una moda del siglo veinte, propiciada por los canales de comunicación de la época, que querían evitar que los amateurs compitiesen en el selecto mundo de los profesionales. Graham habla, sobre todo, de los medios de comunicación y de los periodistas.

El siglo veinte creó la titulitis y la profesionalización, como garante de un trabsjo bien hecho y de superioridad moral. Fue cuando se intó la carrera de periodismo y otras pseudociencias.

Titulitis.

Por lo que respecta a mi talento-en-lo-que-sea, incluso he conocido guionistas con “máster en Guión” (¡flipa!).

Y, yendo más allá de lo imposible, dibujantes que en su currículo incluyen su título universitario, como queriendo decir: “si mis dibujos no te gustan, tengo esto que avala que soy bueno”.

En el siglo veintiuno, según Graham, los escritores de diarios (también llamados “periodistas”), tiemblan al ver el número de amateurs a los que internet ha permitido escribir –y publicar– online. Y se llevan las manos a la cabeza por cómo Nuestro Señor ha permitido tal infamia.

Y la cosa es que, mientras se llevan las manos a la cabeza, no las usan para ponerse al día. 

Hay ejemplos realmente grotescos, como el famoso diario La Vanguardia y sus constantes artículos y reportajes sobre los peligros de internet y las redes sociales.

La postura de Chesterton es clara: un “periodista” cobra, escribe con la cabeza a final de mes; un escritor amateur escribe con la cabeza (y el corazón) en el texto.

El zasca.

Los periodistas de papel arguyen que el nivel literario del blog medio es bajísimo comparado con el de los diarios. Y Graham les responde que nadie lee el blog medio.

Zasca, como dicen ahora.

2 comentarios en “Los amateurs”

  1. Muchas gracias por compartir. Realmente me encantó saber qué aunque una persona no tenga un título pero ama con todo su corazón lo que hace es mucho más feliz que una persona con miles de títulos pero que no ama lo que hace.

    1. Sin duda, Benjamín. Al final lo que haces con pasión porque lo amas, a la fuerza tiene que salir mejor que lo que haces solo por conseguir un salario a fin de mes.
      ¡Gracias por comentar!

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